La imagen de los coches del tranvía de vapor de Horta a la Sagrera protagonistas de esta entrada
Aprovechando el confinamiento obligado (y necesario) para hacer
frente a la pandemia del virus llamado Covid-19, reactivo el presente blog con
una entrada con un título que, a priori, podría llevar a una conclusión
equivocada.
En efecto, la capital de la comarca del Garraf, Vilanova i la
Geltrú (municipio donde resido y que es ferroviariamente conocido por acoger la
sede del Museu del Ferrocarril de Catalunya, ubicado en el antiguo depósito de
locomotoras de vapor), nunca dispuso de un tranvía de vapor, pero sí que,
durante algunos meses, acogió algunos vehículos de tan singular medio de
transporte: dos coches del tranvía de vapor de Horta a la Sagrera, en la ciudad
de Barcelona, inaugurado en 1883.
Pero empecemos por el principio: la historia del citado tranvía se
remonta al año 1877, fecha en que entró en servicio el tranvía de vapor,
impulsado por Aleix Soujol, de Barcelona al Clot y a Sant Andreu de Palomar.
Aprovechando esta ocasión, desde la entonces villa independiente de Horta se
impulsó el establecimiento de un servicio combinado de carruajes con aquel
tranvía para recorrer los aproximadamente tres kilómetros en línea recta que
separaban aquella villa del trazado. Aun así, el servicio prestado era pésimo a
causa de la impracticabilidad de la carretera de la Sagrera a Horta por la cual
transitaban los carruajes.
No
es de extrañar, pues, que pronto surgieran algunas iniciativas para la
construcción de un medio de transporte más fiable y de mayor capacidad que
permitiera acceder a la villa de Horta. Se optó, como no podía ser de otra manera,
por la construcción de un tranvía de tracción de vapor, cuyo estudio fue presentado
por Pere Pascual Herrero i Martínez, vecino de Barcelona, comerciante e
inspector general administrativo de la Real Compañía de Canalización del Ebro. El
proyecto proponía la construcción de un tranvía de vapor desde Horta hasta
enlazar con la línea de Sant Andreu al paraje denominado la Sagrera, perteneciendo
al municipio de Sant Martí de Provençals, aprovechando el trazado de la
carretera entre ambos puntos construida por la Diputación de Barcelona.
Una
vez aprobado el proyecto, las obras de construcción de la línea se llevaron a
cabo con gran rapidez y la línea pudo ser inaugurada el jueves 5 de julio de
1883 y fue abierta al público en general el día siguiente. Sin embargo, el
rendimiento económico de la línea nunca fue muy boyante y en 1896 se declaró la
caducidad de la concesión, aunque, sin embargo, el tranvía continuó funcionando
de manera precaria, explotado por la empresa propietaria de la línea de San
Andreu.
En
1901 se inauguró un tranvía eléctrico, de trazado más directo entre la villa de
Horta y la capital catalana, que condenó el antiguo tranvía de vapor a convertirse
en un ramal, numerado como línea 47 y convenientemente electrificado, usado
poco más para acceder a las cocheras del tranvía, hasta su cierre a mitad de
los años treinta del siglo pasado.
Fotografía de fábrica de una de las locomotoras de la línea, fabricada por la firma británica Falcon
¿Y
qué tiene que ver Vilanova y la Geltrú en toda esta historia? Intentamos responderlo:
Sabemos que el tranvía de Horta a la Sagrera dispuso
inicialmente, de dos locomotoras de vapor (en 1885 llegó una tercera unidad), y
un número indeterminado de coches de viajeros, fabricados por la firma barcelonesa
«Segismundo Baucells e Hijos», que ya había suministrado coches para los
tranvías de Sants y Tarragona. Ese mismo año 1883, Baucells inició
conversaciones con la familia Girona para su fusión con aquella, que daría
lugar a la empresa Material para Ferrocarriles y Construcciones, futura Macosa.
La única fotografía conocida de estos coches de viajeros es la que encabeza esta entrada, en la que se pueden apreciar dos coches del tranvía de vapor de Horta a la Sagrera (numerados 4 y 5) y uno, el situado más a la derecha y de menores dimensiones, para el tranvía de caballos de Tarragona, inaugurado ese mismo año 1883. A la vista del material que en ella figura, tradicionalmente se ha asegurado que la imagen en cuestión había sido tomada en las instalaciones del fabricante, poco antes de la entrega del material que en ella aparece a los respectivos destinos.
Sin embargo, gracias a un «soplo» de mi amigo Pere Jovells, pude saber que la citada imagen forma parte de una colección de fotografías que se conservan en el Arxiu Fotogràfic Municipal de Vilanova i la Geltrú, y cuyos fondos son consultables en la web de «archivos en línea» de Catalunya. En concreto, el álbum en cuestión contiene imágenes tomadas en la exposición regional, de carácter industrial y técnico, que se llevó a cabo en aquella ciudad en 1882, es decir, un año antes de la inauguración del tranvía de Horta a la Sagrera.
La única fotografía conocida de estos coches de viajeros es la que encabeza esta entrada, en la que se pueden apreciar dos coches del tranvía de vapor de Horta a la Sagrera (numerados 4 y 5) y uno, el situado más a la derecha y de menores dimensiones, para el tranvía de caballos de Tarragona, inaugurado ese mismo año 1883. A la vista del material que en ella figura, tradicionalmente se ha asegurado que la imagen en cuestión había sido tomada en las instalaciones del fabricante, poco antes de la entrega del material que en ella aparece a los respectivos destinos.
Sin embargo, gracias a un «soplo» de mi amigo Pere Jovells, pude saber que la citada imagen forma parte de una colección de fotografías que se conservan en el Arxiu Fotogràfic Municipal de Vilanova i la Geltrú, y cuyos fondos son consultables en la web de «archivos en línea» de Catalunya. En concreto, el álbum en cuestión contiene imágenes tomadas en la exposición regional, de carácter industrial y técnico, que se llevó a cabo en aquella ciudad en 1882, es decir, un año antes de la inauguración del tranvía de Horta a la Sagrera.
Una de las imágenes que forman parte del álbum sobre la Exposición Regional de Vilanova i la Geltrú
Así, pues, todo parecía indicar que en ese
certamen se expusieron los coches de aquel tranvía y el citado de Tarragona, y
que allí fueron fotografiados, pero nos faltaba una prueba de ello.
Afortunadamente, el dato definitivo lo encontramos en la hemeroteca del
periódico La Vanguardia, que, en la página 10 de la edición del día 6 de
julio de 1882 (página 4298 según su numeración anual), nos detalla que, entre
el material expuesto, figuran, en el primer pabellón, «carruajes de tranvía»,
que, sin duda, son los aquí nos ocupan.
Reseña publicada en La Vanguardia el 6 de julio de 1882 en la que se indica la exhibición de "carruajes de tranvía"
Porqué se decidió trasladar hasta Vilanova i
la Geltrú tres vehículos (dos de ellos idénticos) de un mismo constructor es algo
que se nos escapa de nuestros conocimientos y únicamente podemos hacer
conjeturas al respecto. Seguramente, fue debido a la influencia de alguno de
los «indianos» retornados de América y que, o bien participaba del negocio de
Segismundo Baucells, o bien, quizás por amistad con este, logró que se
produjera dicho traslado. Viaje que, dicho sea de paso, debió hacerse con toda
seguridad por vía férrea, aprovechando que desde el año anterior se hallaba en
servicio el ferrocarril entre la capital catalana y Vilanova i la Geltrú, como
parte de la línea hasta Valls impulsado por el acaudalado hombre de negocios
local Francesc Gumà.
Finalizado el certamen, los coches debieron ser traslados a Barcelona y a Tarragona para empezar a prestar servicios en sus respectivas líneas de destino.
En conclusión: sí, Vilanova i la Geltrú tuvo, por lo menos durante unos meses, un tranvía de vapor... O, mejor dicho, expuso un par de coches de una de las líneas de este tipo que existieron en Barcelona.
Finalizado el certamen, los coches debieron ser traslados a Barcelona y a Tarragona para empezar a prestar servicios en sus respectivas líneas de destino.
En conclusión: sí, Vilanova i la Geltrú tuvo, por lo menos durante unos meses, un tranvía de vapor... O, mejor dicho, expuso un par de coches de una de las líneas de este tipo que existieron en Barcelona.
Interesante y curiosa historia Joan.
ResponderEliminarUn goig de lectura, bon treball!
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